El estrés no es causado por otras personas o eventos externos, sino por nuestras reacciones a ellos. Muchas veces culpamos nuestro estrés a un jefe, trabajo, o temas que compiten con nuestro tiempo.
Es por eso la presión se convierte en estrés, cuando hacemos actividades como rumiación, descrita por Nicholas Petrie, y definida como la tendencia a seguir repensando eventos pasados o futuros, mientras adjuntamos emociones negativas
a esos pensamientos. Es lógico que debemos practicar la reflexión: planificar para el futuro o revisar lecciones pasadas, pero este es un proceso analítico a corto plazo, con consecuencias positivas.
La rumiación es continua y destructiva, disminuyendo su salud, productividad y bienestar. Vivir en el pasado o el futuro nos aleja del presente, haciéndonos incapaces de completar el trabajo.
Consejo: Tan pronto estemos entrando en ese proceso de rumiación, hagamos una actividad física: pararnos o sentarnos, aplaudir, mover las manos, el cuerpo, etc. O una actividad mental: conectándonos con nuestros sentidos, ver, oler algo diferente, etc. El objetivo es reconectarnos con el mundo.
Referencia: HBR