Las tasas de depresión en los jóvenes han aumentado considerablemente en la última década, especialmente en las mujeres, lo cual es preocupante porque la adolescencia es un período de rápido desarrollo social, emocional y cognitivo y transiciones vitales clave. Los resultados adversos asociados con la depresión en los jóvenes incluyen la recurrencia de la depresión; la aparición de otros trastornos psiquiátricos; y deficiencias más amplias y prolongadas en el funcionamiento interpersonal, social, educativo y ocupacional.
Por ello, la prevención y la intervención temprana de la depresión en jóvenes son prioritarias. Las estrategias preventivas y de intervención temprana generalmente se enfocan en factores predisponentes, antecedentes y síntomas de depresión. Los jóvenes que tienen antecedentes familiares de depresión, exposición a factores estresantes sociales (p. ej., intimidación, relaciones discordantes o acontecimientos vitales estresantes) y pertenecen a ciertos subgrupos (p. ej., que tienen un problema de salud físico crónico o pertenecen a una minoría sexual) se encuentran en especialmente alto riesgo de depresión.
Los antecedentes clínicos incluyen síntomas depresivos, ansiedad e irritabilidad. La evidencia favorece la prevención indicada y la prevención dirigida a la prevención universal. Las intervenciones sociales emergentes basadas en la escuela y en la comunidad son prometedoras. La depresión es muy heterogénea; por lo tanto, se recomienda un enfoque de tratamiento escalonado, comenzando con intervenciones psicosociales breves, luego una terapia psicológica específica y luego una medicación antidepresiva.
Bibliografía: Lancet