El pulmón es un órgano increíble. Tiene 2400 km de vías respiratorias y 300-500 millones de alvéolos. Sin embargo, tradicionalmente, el pulmón no recibe atención hasta que se diagnostica una enfermedad. Las dos enfermedades pulmonares más comunes, el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), siendo esta última acompañada de una sensación de inutilidad y cierto grado de estigma.
Históricamente se ha considerado durante demasiado tiempo como un trastorno progresivo autoinfligido de los fumadores hacia el final de la vida con pocas opciones de tratamiento más allá del control de los síntomas. No ha habido un progreso importante en el tratamiento o la prevención durante décadas.
Se prevé que la carga mundial de la EPOC siga aumentando en el futuro. Para lograr mejores resultados y, en última instancia, prevenir al menos algunas formas de EPOC, se necesita un replanteamiento completo. Es por eso que la Comisión Lancet propone clasificarla en cinco tipos diferentes según los principales factores de riesgo (genética, eventos de la vida temprana, infecciones pulmonares, exposición al humo del tabaco y contaminación del aire) para llamar la atención sobre el potencial de la intervención temprana y la prevención.
Referencia: The Lancet